Psicopatia y Sociopatia.

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    Desde que el humano ha creado grupos para tener una mayor protección de su hostil entorno, se han creado normas básicas que se trasladarían a lo que hoy conocemos como la sociedad en la que hoy vivimos, dichas normas son ahora tratadas como leyes; y dichas leyes son una guía del como se debe comportar todo individuo de una forma general con lo que se puede o, no se puede hacer.

    Pero desde siempre han existido ciertos comportamientos que han sido vistos de forma negativa y repudiados por todo grupo social, una de ellas es la que nos da cita en la entrada de hoy, el asesinato.

    El asesinato por cuestiones más que evidentes ha sido un acto repudiado, ya que sobrepasa el sentido de humanidad que rige a los grupos sociales, además que desde puntos antiguos como lo es diversas religiones, el matar a otro humano es un acto prohibido, aunque existen ciertas excepciones, pero dichas excepciones poseen un contexto especifico que cumplen un fin determinado.

    Pero que pasa con las personas que se podrían considerar asesinos y/o asesinos en serie, su justificación se basa en hechos que según ellos están justificados y es necesario realizar. Un modo de justificar el hecho que están privando de la vida a otra persona, pero generalmente, están siguiendo determinado patrón de conducta; ante esto la psicología y la psiquiatría ha determinado algunas categorías para determinar sus acciones, entre las cuales hoy hablaremos de las dos más conocidas, la psicopatía y la sociópata.

    Estas dos categorías son sumamente conocidas por el público en general, aunque siempre han existido cierta confusión entre los conceptos, al punto que cualquier asesino socialmente se le considera psicópata, delegando al sociópata, pero ¿qué significa cada concepto?

    Tanto la sociopatía como la psicopatía son trastornos de la personalidad y estos a su vez son una subdivisión de un trastorno mayor, el trastorno de personalidad antisocial, el cual consiste en un desinterés hacia otras personas y un rechazo total por leyes sociales y legales; al punto que pueden generar daños simbólicos y físicos a todo lo que compone la propia sociedad.

    Esto principalmente por su desconocimiento a la concepción del bien y del mal, su origen es meramente biológico, ya que se hace mención que es una alteración a nivel neuronal que puede darse desde la propia concepción o una alteración en la genética que algún padre pudiera tener pero no evolucionó para que se desarrollara dicho trastorno, aun así existen teóricos que sostienen que el trastorno de personalidad antisocial tiene un origen social y no biológico, aunque hasta ahora se le ha dado más peso a la parte biológica.

    Una vez que se ha explicado el trastorno del que parten la sociopatía y la psicopatía podemos pasar a explicar cada uno.

Trastorno de personalidad Psicópata.


    En 1994, David Lykken en su obra “Las personalidades antisociales” explora las personalidades psicopáticas y sociopáticas, e indicaba que las personas afectadas por este trastorno no han desarrollado una conciencia ni hábitos de respeto por las leyes y normas que disuaden al resto de cometer actos antisociales, debido a peculiaridades inherentes que les dificultan o imposibilitan la socialización. Se caracterizan por tener rasgos innatos de carácter que les incapacitan total o parcialmente para socializar, o por periodos intermitentes de socialización y conducta antisocial.

    Explicaba que existen tres componentes de la socialización.

    1. Escrupulosidad


    Es la tendencia natural a evitar la conducta delictiva. Suele ser consecuencia del temor al castigo, tanto el que comporta un rechazo social del delito en sí, como el autoinfligido por la culpa y el remordimiento sentidos a posteriori.

    Ello no quiere decir que la tentación a delinquir sea continua, ya que las conductas pro sociales se han convertido en un hábito que aleja a la mayoría de los miembros de la sociedad de aquellas más reprobables. Este hábito no se consolida hasta la edad adulta, por eso hacia el final de la adolescencia el índice de criminalidad alcanza su mayor nivel. Este componente es resultado de la actividad parental y de las características de cada uno.

    2. Prosocialidad


    Predisposición general hacia la conducta pro social. Se va desarrollando gracias a los vínculos de afecto y empatía con las personas con las que nos relacionamos, lo que provoca que queramos gozar de los beneficios de este tipo de lazos y una voluntad genuina a comportarnos de la misma manera.

    3. Aceptación de la responsabilidad adulta


    Se refiere la motivación para participar de la vida en sociedad y la asimilación de la ética del trabajo, así como la aceptación de los valores de esfuerzo y superación personal como medio para lograr los objetivos personales.

    No obstante, no hay que perder de vista que existen personas bien socializadas que en determinadas circunstancias cometerán delitos, mientras que otras, aunque no sean delincuentes, son holgazanas o de malvado carácter y se les puede considerar malos ciudadanos.

    Trastorno de personalidad Sociópata.


    Justo como con los psicópatas, Lykken nos indica ciertas particularidades y poseen una gran diferencia con estos últimos.

    Los sociópatas se diferencian de una forma amplia ante los psicópatas, a que estos, son individuos con un temperamento normal, pero que no tienen adquiridos los atributos socializadores como consecuencia de una crianza negligente e incompetente por parte de los principales agentes de socialización, sus padres.

    La dinámica propia del estilo educativo negligente por parte de los progenitores da como resultado, en el futuro, a hijos salvajes incapaces de socializar correctamente y que cometen delitos. Además, los padres de estos jóvenes también fueron criados bajo una supervisión irresponsable e indiferente, al ser inmaduros en este aspecto es muy difícil que sepan cómo enderezar a sus vástagos, si acaso les preocupa lo más mínimo. Lykken sugiere que los cambios culturales recientes que se han producido en Estados Unidos, han contribuido al crecimiento de la incidencia de esta educación inepta de los hijos.

    La sociópata es el subgénero más amplio del Trastorno de Personalidad Antisocial. En él encontramos a individuos (normalmente hombres jóvenes, aunque la presencia de mujeres está aumentando) que no se socializaron bien en la infancia y adolescencia. Estas carencias en su desarrollo moral y afectivo son la base necesaria para que pueda surgir un caso de sociópata.

    Esto no debe llevarnos a error, puesto que el temperamento de un sociópata es muchas veces normal a pesar de la torpeza paterna; mientras que otros pueden ser nerviosos o buscadores constantes de estímulos. La mayoría de población reclusa satisface los criterios diagnósticos del Trastorno de Personalidad Antisocial que identifican a más de la mitad de hombres que consideramos “delincuentes comunes”.

    En resumen, el sociópata es el producto fallido de una educación negligente y sin disciplina. Cabe decir, no obstante, que haber recibido una educación deficiente no es el único factor que explica la sociopatía. No es raro encontrarse con personas que, pese a las muchas dificultades que pasaron durante su niñez, han podido buscar su lugar en el mundo y ser individuos con los que podemos relacionarnos con total normalidad.

    Como se puede observar en todos los aspectos de la personalidad antisocial, es importante señalar todo para poder comprobar el estado mental ante las diferentes acciones delictivas, además de saber del porque se generan y el cómo se van creando, que como podemos ver existen dos orígenes, uno biológico y otro por entorno social, que, como diversos temas, aun se debate cual origen posee más importancia.

    Pero independientemente de cual tenga mayor o menor fuerza, es importante ver por qué se generan dichos trastornos y hacer lo necesario para frenarlos en una etapa temprana para evitar que los individuos incurran en actos delictivos.

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